La historia siempre te cuenta chismes o pistas del posible futuro de las cosas que quieres hacer o quieres emprender, siempre. Pasó con el dinero, pasó con la gastronomía y pasa también en este momento con el arte. Probablemente estoy preso de una lógica emocional acerca de los non-fungible tokens (NFT) o quizás haya acertado en mis comentarios. El tiempo lo dirá pero hoy soy bullish en la corriente denominada digitalismo.
El arte es subjetivo
Primero, hay que empezar señalando que la humanidad siempre expresó la abundancia de energía en formas de arte y no necesariamente debe ser en pintura o escultura o las arpas del rey David, en la cocina también vive eso, en la ingeniería, arquitectura...toda actividad humana que tenga el fin de reproducir un sentimiento...eso es arte. ¿Entonces el NFT es arte?
Había escrito hace un tiempo sobre la fiebre de los non-fungible tokens donde -hablo con la ✋ en el ❤️- no tenía muchas expectativas y no por falta de investigación, de hecho, en ese entonces y a fin de darme a entender busqué mucha información acerca de los mismos pero lo que me dió a entender finalmente que estamos ante algo posiblemente nuevo es simplemente el código.
Verás, ante la duda, lee de que va el código y te aclaran cosas; de hecho, eso hice y aunque sigue lo racional pegándome con una luz de advertencia, no sé si será en ETH lo que se construirá -todo pinta a que sí- el futuro del arte pero aquí van cosas que fui anotando desde que mi sensei de los .jpgs arquiguru me advirtió y no lo escuché pero también van kudos a Lorrena que también me notificó que si se podía vender un urinario como arte, ¿que me parecía raro que se venda arte en .jpg?

El arte limitado versus el ilimitado
El arte físico tiene su valor económico dado que un cuadro de Dalí o da Vinci no puede estar en mi casa y en el Louvre al mismo tiempo. Ahí es donde el Nelson de aquella ocasión preguntaba: ¿de que me sirve un jpg pixelado de un pasto cuyo valor no debería ser más de cero? La respuesta estaba ante mis narices y no lo ví: la posesión.
Hay dos generaciones (milenials y centenials) que en Sudamerica vivieron realidades diferentes. Muchos milenials recibimos el nombre de nómadas digitales pues, vivimos nuestra infancia y parte de la juventud sin acceso a internet mientras que los centenials -la mayoría- nació con un dispositivo móvil en la mano, es parte de su ser pero donde está la diferencia es en la posesión limitada e ilimitada.
Cuando hablo de una posesión limitada me refiero al hecho que quienes vivieron antes del internet, sabían que hay límites en el arte: debo trasladarme a un museo para ver una pieza, si quiero escuchar música debo escuchar el CD completo y luego rebobinar o comprar la siguiente pieza, debo meter un boli en el medio del cassette para rebobinar, las cámaras de fotografías tenían hasta 48 disparos y luego ir a rebobinar limitadamente de acuerdo al presupuesto. Como ves, todos los ejemplos mencionados se refieren a experiencias que tienen un fin en la acción. El fin de la posesión es disfrutar del arte limitado.
Cuando hablamos de posesión ilimitada, me refiero en que internet no tiene límites. Si quiero escuchar música, accedo a una plataforma la cual no solo me da el CD completo sino también artistas similares, puedo escucharlo cuantas veces quiera, las cámaras del celular vienen con diferentes disparos y si se llena la memoria, simplemente hago espacio y sigo. La posesión es irrelevante, se puede disfrutar del arte sin poseerlo, simplemente rento temporalmente el espacio y luego lo abandono.
Metaverso posesivo
Entramos en el metaverso, en el universo de los NFT donde ya no es suficiente disfrutarlo desde la distancia como Spotify o Netflix, debo marcar mi firma en ese item en la cadena de bloques, que dicho sea de paso es limitado. De ahí que proyectos como CryptoPunks o Bored Apes tienen un valor diferenciado, al ser pocas personas las que poseen (y al tener cantidades limitadas) se cumple la carga economica y efectivamente, la escasez se mantiene por lo que el valor aumenta.
¿Hay bosta en el mercado? Uf pero cientas pero esas no suman ni restan, son personajes y proyectos que pasaran a mejor lugar sin dejar nada que pueda perdurar; la verificación y validación (elementos indispensables para el arte limitado) coexisten en los proyectos de cadenas públicas y si yo compro un proyecto en OpenSea, tengo la certeza de que ese proyecto es mío.
El arte se valora no solo en la experiencia económica sino que le damos un estatus social, como las joyas o pinturas de galería. Soy parte del grupo que ve a muchos NFTs como cualquier cosa menos arte o manifestación de la misma pero no pasa por lo que se crea en estos momentos, la vulgaridad de muchas piezas no debe distraernos de la experiencia que se está creando en el mismo y determinará -en el largo plazo- si este digitalismo fue una luz verde o fue siempre una luz roja que nos señalaba que debíamos parar el tren pero no lo vimos venir y deberemos pagar por nuestros actos.
Por de pronto no te puedo decir que te dediques a comprar NFTs dado su exorbitante minteo que nos está saliendo de las manos, salvo que estén en Polygon pero si te puedo decir que empieces a considerar que los centennials están construyendo comunidades online y la manera de construir esto, ponerle propiedades de bytes es mediante arte en el ciberespacio, está en el metaverso.
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