La Hora Cripto #182: El arte en cuotas
Como el sistema financiero hizo que escuches música en cuotas y como podemos arreglarlo.
Me gusta leer de todo, en una de esas cosas alguna vez me topé en varios artículos de Wikipedia sobre el arte per se, me gusta ver obras de arte, ir a museos a intentar entender que pasa por detrás de la cabeza del artista. En algunos encuentros patrones y en algunos simplemente me aburro. Es es que le llaman expresión, que te dicen los artistas que deberías ser libre de entender su arte pero en la realidad siempre gue estructurado a un poder de turno. Hoy, son en 12 cuotas sin intereses.
Aunque las primeras líneas hayan sido de mi lado viejo y nostálgico, no me malinterprete querido lector, esto no es un TBT, este es un intento de comrpender como pasamos de frescos de catedrales que intentaban hacernos magnificar la deidad superior a artistas con stories de 15 segundos que hacen algo completamente descartable en 24 horas.
Radio killed passion star
Jaime Altozano está entre mis youtubers favoritos. Hizo una pieza donde relató la historia de la música y me ayudó a comprender varios puntos. Sabemos que por los años 1920-30 (a modo de ejemplo), los artistas viajaban de ciudad en ciudad. Algunos, solitas con guitarra. Otros conjuntos de 20, 30 personas entre los artistas y ayudantes, una suerte de circo ambulante. Y algo viene en los años ‘30 que lo cambia todo: la radio.
La radio cambió todo. Empezaron a transmitir shows en vivo y si bien es algo que modificó las reglas de juego que parecía iban para bien, vino con una condicionante: el tiempo. La radio no puede emitir la sinfonía entera, necesita canciones cortas, 2-4 minutos; los artistas empiezan a adaptarse a esta lógica de programación. La música ya no era una inspiración, ya no era un arte, el músico ya no seguía su instinto, estaba disponible según la grilla radial.
Y luego, los discos. Solamente podemos poner “lo que cabe en el lado del vinilo” era el anuncio normal del productor, donde los sellos discográficos terminaron por llevar la Revolución Industrial a la música, terminó siendo un producto: portada, duración, estrategia de público para penetración de las ondas de radio, relaciones públicas…Lo que antes era una obra, la industria lo convierte en una mercancía cultural.
Eso no significa que todos los artistas eran los mismos. Pongo un ejemplo: Freddy Mercury, el hacía lo que quería, ponía canción de siete minutos en contra de los estandares de una discografica. Pero era la regla de la excepción; para la radio, tu vida como artista duraba 3m30s y es la lógica que hoy se impregnó, es común: para quedar viral, tu canción debe tener un “hook” que dure al menos seis segundos. No hay contemplación, no hay desarrollo emocional. Hay que robar la atención y el dinero.
¿Que pasó?
La Coachelificación del alma
Marty Bent, en una columna había escrito sobre como Coachella hizo lo impensable. Resulta que más del 50% de los asistentes al festival financiaron su entrada en cuotas. Sí, leíste bien: cuotas. ¿Te imaginás a los hippies de Woodstock en el 69 diciendo: “che, pasame el porro, pero primero tengo que pagar la tercera cuota del festival”?
El artista de hoy es empresario, content creator y RRPP, todo en uno. Ya no alcanza con tener que decir algo, hay que entrenar al algoritmo. Hay que saber como vender al target, por que si la música no encaja con Spotify o no es un trend en Tik Tok, nos perdemos de ser trend. Y si no llega a nadie, cagamos. Aclaro que soy el primero en defender que el artista debe cobrar (y sobradisima) justificación lo que le corresponde.
Lo que aquí estamos diciendo es que el patrón fiduciario ha caído en tanto descrédito que hoy, la financiación de un artista basado en deuda, marketing y plataformas con algoritmos cerrados, está completamente vacío de cualquier espiritu creativo, donde hoy el artista es una máquina que debe producir.
¿Pero los artistas alguna vez fueron libres?
Para entender cómo llegamos a esto, hay que mirar el pasado. En la Edad Media, el arte era financiado casi exclusivamente por la Iglesia. Las catedrales no se pintaban solas. Los frescos, los vitrales, las esculturas, todo eso era pagado con diezmos, ofrendas y fondos eclesiásticos. El artista, en cierto modo, trabajaba “para Dios”, o al menos para sus representantes en la Tierra.
En el Renacimiento, esa lógica cambia: las familias nobles (como los Médici) se convierten en mecenas. Financiaban a artistas no solo por devoción religiosa, sino también por prestigio, poder y belleza. Tener un Botticelli en casa era como tener un Bugatti hoy.
En el barroco, el mecenazgo se vuelve más aristocrático. El arte se usa como propaganda de poder. Luis XIV, por ejemplo, usó el arte para construir su imagen de “Rey Sol”. La música, la pintura y la arquitectura estaban al servicio de una ideología: mostrar grandeza.
Durante la Ilustración y el Neoclasicismo, los burgueses y nobles financiaban el arte con fines educativos y racionales. Se valoraba el conocimiento, la ciencia, la estética armoniosa. El arte no era solo decorativo, era funcional al progreso.
Pero en el siglo XIX, con la caída del sistema aristocrático y el auge del capitalismo moderno, el artista empieza a “venderse solo”. Surgen las galerías, los mercados de arte, los coleccionistas privados. Parece emancipación, pero también es precariedad. El artista deja de tener un sostén institucional y pasa a depender del mercado... con todo lo que eso implica.
La Revolución Industrial de la música
Con la llegada de la radio, la televisión y luego internet, el arte se masifica. Y aunque eso suena bien (porque todos pueden acceder), también significa que el arte tiene que adaptarse a las reglas del mercado masivo: duración limitada, estructura predecible, estética comercial. Todo eso encaja perfecto en un Spotify, pero no siempre en el alma.
Y más recientemente, el algoritmo se volvió el nuevo mecenas. Pero este mecenas es ciego, sordo y emocionalmente incapaz. Solo mide clics, vistas, retención. Nos chupa un huevo si tu canción te costó tres años de vida o si la hiciste en una tarde. El algoritmo premia lo viral, no lo valioso.
Y por supuesto, bitcoin lo puede arreglar.
El futuro descentralizado
Bitcoin propone el valor por valor: si algo te gusta, lo apoyas directamente. Sin comisiones, intermediarios y sin vender tu alma. Si te llega al alma una música, le das satoshis en la cara. Si ves una obra que te deja estupefacto, le das lo que quieras sin que la galería le cobre el 50%. Y también le tengo fé a los non-fungible tokens (NFT) y lo sé, la mala fama lo tiene merecido. El concepto, no obstante, es más poderoso: una canción o poema auditado en tiempo real con royalties programados, acceso a la comunidad. Poder financiarte sin permiso de nadie.
Los tokens no fungibles, como lo dije en otras ediciones, representan algo más grande para el arte de lo que hoy comprendemos. El arte vuelve a ser tuyo, puede vivir en tu comunidad, en tu tribu y ser algo que te guste, matando lo que te funcione y explorando nuevamente el alma.
No será suficiente por supuesto
No estoy hablando de soluciones mágicas sino que de elementos que nos dan esa posibilidad de poder hablar nuevamente de arte con autenticidad, sin filtrar por un excel de algún directivo buscando el ROI del artista. Y esa es la cosa en sí, hoy el artista no existe, son como el commodity exprimido para sacar un producto viral, optimizado, productivo. No importa el contenido ni su impacto, importa que hayas sacado una cuota…para ver morir al arte.
Aclaro que no es un TBT, nuevamente. No se trata de volver a darle poder a la Iglesia Católica, se trata de entender ese recuperar del arte como expresión humana, como un acto de conexión con el alma, no una conectividad con el POS. Mediante la filosofía del valor-por-valor, bitcoin y otras criptomonedas ofrecen un nuevo optimismo. Y no es la tecnología, es el sistema monetario que no da para más.
Conclusión
Si la próxima vez, lees algo que te gusta o llegaste hasta acá leyendo y pensas ¿que hago para que esta persona me siga creando del contenido que me gusta ver/escuchar? Lo que sea, es la respuesta: da un like, repostea, envia el artículo a un amigo, tira satoshis o USDT en las direcciones. Lo que sea que hagas, debe ser por que es una valoración genuina. La idea es con bitcoin mudar nuevamente a la esencia, en un mundo lleno de contenidos, todo viene vacío de significado.
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